¿Vargas Llosa contra Vargas Llosa?
¿Cómo era la frase esa de Marx sobre la Historia? Ah, sí, ya recuerdo. Parafraseando a Hegel, Marx acota que el filósofo alemán se olvidó mencionar que la Historia se repite dos veces, "una vez como tragedia y otra, como farsa". La he recordado muy bien ahora que leo esta entrevista y el farsesco papel que hace el hijo de nuestro Nobel en cada disforzada respuesta que da. Y por farsesco debemos entender el ridículo que hace. No tanto por discrepar públicamente con su célebre padre, sino por hacerlo con los argumentos que este, precisamente, califica de "sofismas muy baratos".
Y cómico y trágico es a la vez (por decir lo menos) la desesperada maniobra del Diario El Comercio de recurrir para que lo defienda a quien ayer era blanco de sus invectivas y sus más ruines declaraciones solo por haberse atrevido a discrepar con ellos. Alguien quien aireó a los cuatro vientos los términos en que su padre renunció a seguir escribiendo para un diario que "silencia y manipula la información, deforma los hechos, abre sus páginas a las mentiras y calumnias que pueden dañar al adversario".
Para Alvarito, por supuesto, o todo esto es cosa del pasado (es decir, los insultos contra él y su esposa, con lo que quedaría demostrado que tiene un gran corazón) o está convencido que en el diario de La Rifa han dejado de silenciar, manipular y calumniar, porque se ha allanado de la manera más dócil a conceder una entrevista tan bobalicona como pobre de argumentos. Más aún, en la cuenta de Twitter de su esposa (que en el 2011 fue escenario del más virulento escarnio contra ambos), aprovecha para publicitar su columna en La Tercera de Chile en la que se explaya, casi con el pundonoroso esfuerzo de un escolar, en los 'sofismas baratos' que menciona su padre y con los que intenta defender a quien ayer lo acusaba de pretender la embajada peruana en Washington. Cuestión aparte (y no menos interesante) es el título de la misma que pone de manifiesto algún tipo de complejo o problema con la figura del padre, un tipo de resentimiento hacia su papi del tipo que tenía Alejandro contra Filipo ("Mi padre no me deja ya nada por conquistar") que debe padecer el primogénito de los Vargas Llosa. Y es que sabiendo cómo le molesta a su padre que le recorten el apellido, no tuvo mejor idea que titular su nota de este modo: "Vargas versus Vargas: la guerra de los medios". Cuando se entere, la 'sana y cordial discrepancia' va a dejar de serlo.
Lo duda que me deja esta entrevista, en realidad, es una sola: ¿Por qué recurrir al hijo para contradecir al padre? Se me ocurre pensar que, desvariando como desvarían últimamente en el Decano (no olvidemos que hace unos días recurrieron a los propios fujimoristas para advertir sobre el peligro que se cierne sobre la libertad de expresión) , a alguien se le ocurrió que no había nadie mejor para responder o contradecir a un Vargas Llosa que otro Vargas Llosa. Si hasta ahora no han notado la naturaleza cómica y trágica de todo esto, se las hago notar: se equivocaron de Vargas Llosa.
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Periodista por accidente. Historiador frustrado. Padre orgulloso. Rabiosamente ateo.