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Nadine Heredia, ¿candidata de la izquierda?

Publicado: 2014-03-18

Empezaré este comentario con una digresión: así como cada vez se hace más difícil seguir admirando al Vargas Llosa novelista por las declaraciones que el Vargas Llosa político suelta de vez en cuando en todos los medios, del mismo modo cada vez se hace igualmente difícil ser o decir que se es de izquierda con las declaraciones, pronunciamientos o notas que sus representantes hacen o dicen sin el menor rubor o tacto sobre lo que piensan es o debe ser el deber de la izquierda en este país.  

En el ‘análisis’ que ayer hacía Gustavo Espinoza del carga montón mediático y político contra Nadine Heredia, que por cierto no deja de ser agudo e interesante, se deja llevar por las convicciones partidarias (y hasta electorales) antes que por las doctrinarias o, porque no decirlo, democráticas. Convicciones que no le han permitido distinguir el panorama de la forma correcta.

Según Espinoza, la derecha "está buscando desesperadamente recuperar el control completo del aparato del Estado que perdiera el 2011". ¿Desesperada? Sí, pero por hacer negocios por encima de cualquier consideración política, social o ecológica (no se diga ya, ética), y no porque haya perdido el control del aparato estatal: tiene en la primera dama a su mejor valido.

Cuando Espinoza se pregunta “¿Tenemos la posibilidad real de forjar una candidatura de Izquierda y ésta tendría la posibilidad de imponerse finalmente?”, sorprende la respuesta que se da a sí mismo: “La lideresa del Partido Nacionalista sabe que en una definición entre ella y la Mafia [como llama a la derecha]… la Izquierda votará en su favor. No necesita ‘hacerle concesiones’ para asegurar que eso sea así”. Así, el carga montón al que alude en su texto el dirigente comunista no tendría otra explicación que esta: “Necesitan sacar a la señora [Nadine Heredia] de la competencia electoral del 2016, a cualquier precio”; descalificarla como “como eventual Presidente del país el 2016". Con tono esperanzador, acota: “Con esperanza muchos piensan -y me incluyo en tal segmento- que ésa es la tarea de la Izquierda: encontrar ése candidato, y construir tal movimiento". Huelga decir que para Espinoza ese candidato es, en realidad, una candidata: "Por eso busca [la derecha, se entiende] trapear el piso con el nombre de Nadie Heredia, para bloquear cualquier posibilidad de su candidatura". Sí, como usted leyó.

Por supuesto, obvia decir que a lo largo de todo su sesudo análisis, Espinoza olvida por completo lo principal: antes de cualquier consideración sobre un posible escenario electoral en primera o segunda vuelta, debería tener presente que la señora Heredia no puede, simplemente, ser candidata. La ley se lo prohíbe. Y que de hacerlo, no solo infringiría la ley (si es que antes no le tuerce el brazo para cambiarla y postular), sino que además estaría dándole en bandeja de plata los argumentos (y la presidencia del 2016) a quienes se deleitan gritando ¡ahí viene el lobo! afirmando que este Gobierno es ‘chavista’. Pero, a mi modo de ver, el asunto es más penoso de lo que aparenta.

Lo que más me asombra del análisis de Gustavo Espinoza, de quien nadie podrá decir que obedece a intereses subalternos, es que le haga mimos a quien no solo traicionó a sus electores de realizar la gran transformación y gobernar para los pobres, se deshizo en la primera oportunidad que tuvo de los socios izquierdistas que lo ayudaron a ganar la elección , se alió con la clase empresarial de un modo que ahora parece que él fue el auténtico ‘candidato de los ricos’, sino que además hizo todo esto con las artes, mañas y majaderías de todo político tradicional, la bandera que, precisamente, enarboló para distinguirse de sus competidores. Con Nadine Heredia o sin ella, ¿otros cinco años más de esto? No, gracias. Mejor votar por… ¿por quién? ¿Por quién y ‘tapándose la nariz’? Supongo yo que esta pregunta sin aparente respuesta es la que ha causado que Gustavo Espinoza se apresure a escribir un análisis al que le falta mesura, tino y buen juicio (aunque, si he de ser sincero, yo tampoco tengo la respuesta. Por lo menos, no por ahora).

Mientras escribo esto, los diarios electrónicos hacen una profusa difusión de la última declaración del presidente: “El Gobierno, el Estado, no puede obligar a una empresa que baje el precio [del gas]”. Seamos claros, no hay que estudiar ciencia política en La Sorbona de París o pasar por una agregaduría militar para saber esto. Así que, Humala no solo no cumplió la enésima promesa electoral de su campaña, sino que además mintió tan descaradamente como el más tradicional, sinvergüenza y taimado político de nuestra fauna criolla.

Yo, que no espero nada de los políticos, todavía sigo esperando que al menos cumpla con la promesa que hizo de convertir Palacio de Gobierno en un museo. “En pleno siglo XX, que exista un palacio es anacrónico, es una ofensa al pueblo”, dijo y prometió en plena campaña electoral. Por supuesto, no solo no cumplió esta promesa tampoco, sino que además su esposa incrementó exponencialmente los gastos del despacho de la Primera Dama (espero que recordar esto no me convierta, para el veterano líder comunista, en uno más de los que se suman a la “aplastante ofensiva mediática” contra la señora presidenta). Peor aún, hace planes para seguir habitando, más allá del 2016, ese ‘edificio anacrónico y ofensivo’.

A estas alturas, solo nos queda lamentar que haya en nuestra izquierda gente dispuesta a ayudar, con sus actos o sus elucubraciones, a que se siga cumpliendo el sueño palaciego de la pareja presidencial.


Escrito por

Jorge Moreno Matos

Periodista por accidente. Historiador frustrado. Padre orgulloso. Rabiosamente ateo.


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